El 18 de Marzo Domingo Garcés Vicien, Mingo de Francisca, viajó hacia el lugar donde la felicidad es eterna.
Personalmente cuando pienso en mi tío Mingo, fuera del ambiente familiar, veo imagenes de montes, madera, picadores, estrals, machos, esfuerzo, trabajo, arboles y mas arboles. Tras unos instantes meditando sobre ese recuerdo acabo por creer que las personas somos como los árboles frutales, esos que tenemos en el fenal, en la era o en el huerto. Cuando ese árbol desaparece deja un gran hueco difícil de llenar de la misma forma y la sensación de que ahí falta algo.
Para los que no sabían de su existencia allí simplemente no hay nada, en cambio para los que se cobijaron a su sombra o compartieron sus frutos, ese hueco siempre está lleno de gratos recuerdos, de grandes vivencias y de sentimientos familiares.
Un fuerte abrazo para toda la familia, especialmente a mi madrina.
Ruego una oración por su alma y por las de todos los difuntos.
"La muerte no es nada. No he hecho más que pasar al otro lado.
Yo sigo siendo yo. Tú sigues siendo tú.
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
Dame el nombre que siempre me diste.
Háblame como siempre me hablaste.
No emplees un tono distinto.
No adoptes una expresión solemne ni triste.
Sigue riendo de lo que nos hacía reír juntos.
Reza, sonríe, piensa en mí.
Reza conmigo.
Que mi nombre se pronuncie en casa como siempre,
sin huella alguna de sombra.
La vida es lo que siempre fue: el hilo no se ha cortado.
¿Por qué habría de estar yo fuera de tus pensamientos?
¿Solo porque estoy fuera de tu vista?
No estoy lejos, solo a la vuelta del camino.
Lo ves, todo está bien.
Volverás a encontrar mi corazón.
Reza, sonríe, piensa en mí.
Reza conmigo."
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