Hasta mediados de la década de 1970 en nuestro pueblo, Laspuña, existían diversos negocios familiares que hacían más llevadera la vida a los vecinos. Si la memoria no me falla había una zapatería, una barbería, dos peluquerías para señoras, tres carnicerías, dos tiendas-colmados, una panadería, teníamos sastre, modista, carpinteros, herreros, albañil, pintor y además estaban los bares, la taberna, la fonda...
Ahora solo quedan los valientes que sobreviven gracias al turismo, a los vecinos de segunda residencia y al consumo que generan los pocos habitantes del pueblo.
Ver cerrar tiendas y escuelas es el aviso de un futuro incierto para un pueblo.
No te olvides que utilizar el comercio de proximidad implica mantener vivas las calles.
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