Esta es una pequeña explicación de las diferentes faenas que se realizaban para sacar la madera de los montes de nuestra zona y los nombres que tenían los oficios de cada una de ellas.
Los Picadores o leñadores eran los que se dedicaban a talar los árboles, limpiar y preparar los maderos en el bosque mediante el uso del hacha (estral) y los tronzadores.
Restos de "a caseta do cable" |
Una vez construidas las nabatas empezaba el arriesgado trabajo de los Nabateros, estos eran los responsables de transportar los troncos por el río hacia las poblaciones de la tierra baja y hasta Tortosa donde el río se convierte en mar.
En 1949 debido a la construcción de los pantanos y a la mejora del transporte por carretera desaparecieron las nabatas y con ellas el oficio de nabatero.
Pero la necesidad de madera para la construcción seguía creciendo y los picadores, tiradores y barranquiadores continuaron con su trabajo, aunque el destino ya no era el río sino las zonas habilitadas a pie de carretera.
Y apareció un nuevo elemento que se hizo imprescindible para agilizar el traslado de los maderos hacia las zonas cercanas a la carretera, el transporte por cable y “los Cablistas”.
Los sistemas de transporte con cable consisten en utilizar uno o más cables suspendidos para transportar los maderos desde la zona de corta hasta los puntos de carga.
El más conocido por la zona fue un Cablista de Pamplona de nombre Maesterra que trabajo en la década de los 60 sacando la madera desde los montes de Laspuña
Instalo el cable principal desde “la Tozaleta del prau de Gabas” pasando por la collada hasta “A caseta do cable” que estaba en una fajeta del Casal al lado de la carretera.
En esa “caseta” estaban las maquinas que hacían funcionar las poleas necesarias para ese sistema de transporte por cable que estaba formado por un cable principal de fijación “o portor y dos cables que eran los que realizaban el recorrido de ida y retorno “os cables agregaus”
De todo este sistema de transporte tan solo quedan algunos trozos de sirga perdidos por el monte, unas tablas podridas donde estaba la caseta y el recuerdo de aquella época que perdura en la memoria de los picadores que te cuentan las historias del monte como si fueran de hoy mismo.
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