Frecuentemente nos quejamos de la agenda sobrarbense: hay tantas
actividades, hay tantas posibilidades, que difícilmente podemos llegar,
podemos adubir a todas las que te interesan… peor aún lo tenemos los de
la diáspora, que, por más trampas que hagamos, difícilmente podemos
subir todos los fines de semana, ni tan siquiera los que, por suerte,
estamos a tres horas de distancia… Así, he podido asistir este último a
la comida de hermandad después de la subida a la Peña Montañesa
-hermandad entre los que la subieron y los que ya hemos pasado a la
reserva-, y procuraré no perderme, a fín de més, una excursión del
Geoparque y una sesión de nuestro Cineclub… pero, en medio, faltaré a
una cita emotiva, profundamente sentida por todos los que amamos
Sobrarbe, porque nos habla del esfuerzo y el valor de los que nos
precedieron: la bajada de las Nabatas.
(Texto e imagen Tom Revilla)
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