Fotos realizadas por M.A.Solinis,nabatero sobrarbense |
Una de las mayores dificultades del recorrido estribaba en las dimensiones considerables de la navata de tres trampos o tramos, con 17 metros de largo y unos 4.500 kilos de peso, manejados desde cuatro remos, de siete metros de largo cada uno de ellos y perfectamente acoplados en la embarcación.
Todo los elementos estuvieron dispuestos en torno a las 11,20 horas de la mañana en la zona habilitada en Murillo de Gállego, para dar paso a un descenso que pese a la cantidad de agua del río fue solventado con la experiencia y buen hacer de los nueve navateros, ocho de ellos de la zona de la Galliguera y uno procedente de la Comarca del Sobrarbe.
Además, destacó la participación de una mujer navatera procedente de la zona de la Galliguera que ya ha realizado más de cinco descensos entre el río Gállego y el río Cinca. "El mundo de las navatas no es sólo de hombres sino también de mujeres en la construcción y posterior descenso por el río", comentó Fermín Ortas, navatero y presidente de la Asociación de Nabateros d"a Galliguera.
El río llevaba el "caudal justo de agua" y la coordinación de los dos pares de remos situados, de forma paralela, en las partes delantera y trasera de la embarcación facilitó el descenso.
Otros elemento añadido a este recorrido fue la experiencia adquirida en las nueve ediciones de este tradicional descenso que se ha recuperado en la zona de la Galliguera. "La coordinación de los remeros delanteros con los zagueros es fundamental", explicó el presidente de la Asociación de Nabateros d"a Galliguera.
Durante la travesía, los navateros hicieron una parada en el espacio de la antigua barcaza de Santa Eulalia de Gállego para reponer fuerzas con un almuerzo a base de pan y chorizo.
Todos los pasos del río que revestían cierta dificultad fueron solventados sin problemas por los navateros, como el "paso de la lavadora" y el puente de Santa Eulalia.
La evolución acumulada por los tripulantes en estos nueve descensos por el río Gállego supone una combinación de "práctica, experiencia y muchas ganas de seguir practicando esta actividad", comentó Fermín Ortas.
Los navateros tuvieron que hacer un recorrido más técnico en el manejo de la embarcación.
Todo el descenso y las evoluciones de la navata fueron seguidos por un gran número de personas que aprovecharon la jornada para disfrutar en compañía de familiares y amigos, situados en las orillas del río y alrededores, especialmente en la llegada.
Para el año próximo está previsto, en la que será la décima edición de esta actividad, que los navateros realicen un descenso fluvial con dos navatas de tres trampos, en colaboración con los almadieros de la Comarca de Sobrarbe.
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