"Buscando por la red y de casualidad".
Jesucristo, enterrado en Betés.
Enrique Satué Oliván ha estudiado a fondo, en su obra "El Pirineo contado", los hechos sobrenaturales de aquella zona, emparentados entre el milagro y la leyenda. Quedan actualmente, trasmitidos por la memoria oral, muchos hechos pintorescos relacionados con personajes celestes, empezando por el propio Jesucristo.
La religiosidad de los montañeses llegaba a extremos insospechados, cual es el caso de Matidero, donde cuando un vecino caía enfermo iban sus familiares a la ermita de la Virgen de los Palacios y se llevaban la imagen para ponerla en la cama del paciente hasta que éste sanaba. Es tradición, asimismo, que la Virgen de este mismo lugar protegió a Gerónimo Villacampa en un trance de muerte, cuando se vio atacado por un oso . En conmemoración del prodigio, su familia ofrecía al año una comida para los pobres del contorno.
Sin embargo, aquí se trata de un hecho todavía más insólito, ya que los de Bestué aseguraban que Jesucristo estaba enterrado en la cima más alta de Los Treserols, bautismo dado a tres montañas iguales, que parecen trillizas. Se trata de un punto inaccesible, por lo que nadie tuvo ocasión de comprobar la realidad de aquel enterramiento divino. Satué Oliván dice: "Evidentemente, esta tradición posesiva, y aparentemente cristiana, se fundamentaba en el sentido plástico del Calvario de Cristo con los dos ladrones y el intento de borrar otras leyendas de ascendencia más pagana". Claro que, según los de Laspuña, Jesucristo había perdido allí el chaleco.
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¿Alguna vez habias escuchado que en Laspuña se dijera que "Jesucristo perdio o chaleco en os treserols"?
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