//... Ante momentos de crisis, especialmente sequías, se recurre a ciertas reliquias, como las de San Victorián en el monasterio bajo su advocación, donde las reliquias de este santo, eran conducidas hasta la Fuensanta, –fuente que había brotado milagrosamente, obra del santo, según la tradición–. A dichas rogativas acudían no sólo lugares de Sobrarbe y Ribagorza, sino incluso del Somontano barbastrense, encabezado por el Concejo de Barbastro: «esta ciudad y el Cabildo con los lugares d’esta Tierra llana y los de la tierra de Sobrarbre, que son muchos y muy devotos a este gloriosso Santo, acostumbran de hir con grandes lagrimas, suspiros y oraciones a pidir agua al Santo, y a mí, como indigno capellán d’esta Santa Iglesia me a cabido la suerte de hir tres veces en esta peregrinación asta el año de 1588» (A.D.B., Historia de Barbastro, compuesta por el Canónigo de la Catedral, Licenciado D. Gabriel de Sesé (1610-1616), manuscrito, f. 149). El ritual incluía la inmersión del arca con las reliquias en una balsa –si pesaba al salir del agua, indicio de que iba a llover–; un rito similar al aplicado en San Úrbez de Nocito, cuya devoción se veía amplificada con los santuarios de Albella y del Valle de Añisclo. Otro foco de atracción fue la ermita de Santa Orosia (Yebra de Basa), cuyo culto se difundió por el Sobrepuerto y la Ribera de Fiscal, como remedio para los endemoniados . //....
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